martes, 30 de julio de 2013

La NSA, la agencia con más secretos en Estados Unidos



Una paradoja del destino: Edward Snowden fue criado a media hora de viaje de Fort Meade, en Maryland, el cuartel general de la omnipresente Agencia Nacional de Seguridad (NSA), la mayor agencia de espionaje electrónico del Gobierno de Estados Unidos.

La oficina develada por las filtraciones de este analista informático es especialista en guardar secretos —sobre todo los suyos— y revelar los de otros.

Pero esta vez tropezó con la horma de su zapato, un cuervo criado en su seno que no le arrancó los ojos, sino el velo de su tapadera. Mantenerse en el anonimato había sido una de sus principales misiones, algo alimentado por las autoridades, tanto así que los residentes en su territorio afincaron un chiste: las iniciales NSA significan No such Agency, es decir, “No existe tal agencia”.

Se calcula que su presupuesto supera los $us 10.000 millones, el más alto de la red de Inteligencia estadounidense, y que tiene más de 35.000 funcionarios civiles y militares. Su página web la presenta como una entidad que busca “prevenir que adversarios extranjeros adquieran acceso a información sensible o clasificada vinculada con la seguridad nacional”.

Fue creada en 1952, con la venia del mandatario Harry S. Truman (1945-1953), con la misión de alertar de potenciales ataques como el de Pearl Harbor. Matemáticos, criptógrafos, traductores e informáticos son los habitantes que dominan su fortaleza de Maryland, expertos en la penetración de redes de comunicación enemigas y líneas telefónicas, en su país y el extranjero. Es parte de la Comunidad de Inteligencia que abarca todas las agencias estadounidenses del rubro.

Su jefe es el general Keith B. Alexander, un cargo que recae en alguien con un mínimo de tres estrellas, electo por la Secretaría de Defensa y con aval del Presidente. Depende de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, puesto ocupado por el teniente general retirado James Clapper. El paraguas que avala su labor para vigilar el tráfico de internet, correos electrónicos y llamadas telefónicas es la Ley Patriota, que amplió los poderes policiales del Gobierno después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Es considerada la agencia con más poder entre los 16 organismos de espionaje que engloba la Dirección de Inteligencia Nacional, sobre todo por el boom del ciberespacio y de las tecnologías de la información. Todos los eslabones de esta cadena consumirán al menos $us 52.600 millones este año, presupuesto que no involucra los $us 21.500 destinados al espionaje militar. Eso no es todo. En esta maraña figuran 484 empresas que brindan sus servicios, una de las cuales acogió a Edward Snowden.

La NSA convive en su sede con el Servicio de Seguridad Central y opera en la sombra; su antítesis es la CIA (Agencia Central de Inteligencia), que cumple su faena sobre el terreno. Según investigaciones de los diarios Washington Post y The Guardian, recopila “metadatos” de llamadas telefónicas: números, duración o localización.

Maneja un programa top secret, llamado PRISM, que posibilita el acceso de sus especialistas a los servidores de nueve de las más grandes firmas de la red de internet, gracias a lo cual pueden revisar las fotografías, mensajes o videos que se relacionarían con actos terroristas, en Estados Unidos y el exterior. No hay límites para este control. Incluso, formaría parte de una red mayor: Echelon, que puede capturar comunicaciones por satélite, radio, teléfonos, faxes y correos electrónicos en casi todo el orbe.

Es que la caja de Pandora que fue abierta por Snowden, ha resucitado la denuncia de la vigencia de una organización multinacional de escuchas denominada UKUSA, que fue creada por tratados secretos de posguerra entre cinco países: Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y hoy se llama a sí misma los Cinco Ojos. Las agencias de esta telaraña, entre ellas la NSA, compiten por una meta: saber quién puede sumergirse más en las comunicaciones privadas y comerciales en el ciberespacio, a través de sus servicios de inteligencia de señales.

Sin embargo, pese a la ola de críticas, este mes, la Agencia Nacional de Seguridad fue autorizada por un tribunal secreto norteamericano para continuar interceptando por otros tres meses las llamadas telefónicas. Paralelamente, de acuerdo con un reportaje de la revista Wired, edifica una increíble central de datos de 90.000 metros cuadrados en Camp Williams, Utah (foto de la parte superior), con una inversión de $us 2.000 millones.

Se espera que su flamante sede comience operaciones en septiembre de este año. Allí, procesará y almacenará una cantidad de información cinco veces superior al tráfico anual de la internet en el ámbito planetario.


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