lunes, 24 de junio de 2013

La huida de Edward Snowden tiene sabor de revancha para Julian Assange

Julian Assange asegura haber ayudado al exanalista de la CIA Edward Snowden a organizar su huida, una asistencia que tiene sabor de revancha para el fundador de WikiLeaks recluido desde hace un año en la embajada de Ecuador en Londres y temeroso de caer en el olvido.

Snowden, quien denunció un espionaje electrónico masivo por parte de los servicios de inteligencia Estados Unidos, se encontraba hoy en paradero desconocido tras no haber tomado el vuelo Moscú-La Habana que tenía reservado, pero el australiano dijo que estaba "en un lugar seguro y con buen ánimo".

"Desafortunadamente no podemos revelar en qué país se encuentra en este momento", agregó Assange en una teleconferencia de prensa desde la legación diplomática, explicando su silencio por "las amenazas belicosas procedentes de la administración estadounidense".

WikiLeaks reveló el domingo que Snowden, requerido por espionaje por la justicia de Estados Unidos, les había pedido poder utilizar "su pericia legal y su experiencia para garantizar su seguridad".

La web especializada en filtraciones anunció al mismo tiempo que el estadounidense, de 30 años, se dirigía "a Ecuador a través de una ruta segura con el fin de obtener asilo", tras haber abandonado "legalmente" Hong Kong, su refugio desde el 20 de mayo, acompañado de "diplomáticos" y una consejera legal de WikiLeaks, Sarah Harrison.

Snowden, cuyo pasaporte fue invalidado por Estados Unidos, abandonó el domingo la ciudad china rumbo a Rusia con un "documento de paso de refugiado" que le emitió el gobierno de Quito, según explicó Assange, precisando que el proceso de asilo incluía "numerosos pasos".

Mientras el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, confirmó el lunes que su país analizará "muy responsablemente" la solicitud, WikiLeaks precisó que el fugitivo también ha pedido asilo a otros países.

Su portavoz, Kristin Hrafnsson, citó a Islandia, donde operan organizaciones de defensa de los derechos cívicos en relación a la vigilancia de datos privados, y luego agregó con misterio: "Creo que nos vamos a abstener de decir más en este momento".

Los gastos del viaje corrieron a cargo de WikiLeaks, sin la ayuda de ningún otro gobierno u organización, señaló Assange, quien ha calificado de "héroe" a Snowden, el hombre que tomó su relevo.

La ironía de esta historia sería que gracias a la ayuda de Assange, Snowden terminara libremente su odisea en Quito, mientras el australiano lleva desde el 19 de junio encerrado en la embajada -y en particular desde que en agosto obtuvo el asilo político-, a la espera de un salvoconducto o de una solución legal que podría tardar años.

Cuando se refugió en la legación, el exhacker estaba punto de ser extraditado a Suecia como sospechoso de cuatro supuestos delitos de agresión sexual, aunque lo que él teme es una segunda entrega a Estados Unidos por los cientos de miles de documentos confidenciales estadounidenses -militares o diplomáticos- que filtró a través de WikiLeaks, especialmente en 2010.

Aunque no tuvo nada que ver con las revelaciones de Snowden, que salpicaron igualmente a los servicios de inteligencia del Reino Unido, éstas volvieron a propulsar al primer plano a Wikileaks y a su fundador, que la semana pasada celebró un año de encierro.

"Tengo una simpatía personal hacia el señor Snowden por haber vivido una experiencia similar", declaró Assange cuando se le preguntó sobre lo que motivó la ayuda de su organización a Snowden.

Refiriéndose a la acusación de traidor que le lanzó el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, el australiano afirmó, equiparándolo con su labor en WikiLeaks: "No es un traidor, no es un espía, es informador que ha dicho al público una importante verdad".

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