jueves, 16 de agosto de 2012

Julian Assange, un comunicador que fue perdiendo el aura de ciberguerrero



El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, es un "ciberguerrero" de la libertad de información que fue perdiendo apoyos en una larga batalla judicial que lo llevó a refugiarse el 19 de junio en la embajada de Ecuador en Londres para evitar ser extraditado a Suecia por cargos de agresión sexual.

Desde que se entregó a Scotland Yard en diciembre de 2010, Assange, de 41 años, se presentó como víctima de "persecuciones" en su combate para "liberar a la prensa" y "desenmascarar los secretos y abusos de Estado".

Se declaró "amenazado de muerte" y denunció asimismo un "boicot económico" y una conspiración urdida por las autoridades estadounidenses para deportarlo a Guantánamo vía Estocolmo.

¿La razón? WikiLeaks es la pesadilla de Washington desde la difusión a partir de 2009 de cientos de miles de documentos estadounidenses, mensajes militares secretos sobre las guerras de Irak y de Afganistán y cables diplomáticos confidenciales. Assange se dice "abandonado" por su país de origen, Australia, y critica el empecinamiento de los tribunales británicos en querer enviarlo a Suecia para responder a las acusaciones -infundadas según él- de agresión sexual y violación presentadas por dos mujeres.

Ecuador dio sustento a esos temores al concederle este jueves el asilo diplomático, aunque Londres ya señaló que le denegaría el salvoconducto para salir del país.

Antes de pedir el asilo, el carismático comunicador parecía sin embargo haber renunciado a las primeras planas.

No asistió a la vista en que la Corte Suprema británica rechazó su última apelación, el 14 de junio, perdiéndose así una cita con la prensa y un puñado de admiradores.

Su última aparición pública remonta al 25 de mayo. Extrañamente, apareció con la cara oculta bajo una máscara de Anonymous. Con este comentario sibilino: "Más vale acostumbrarse. Es tal vez mi última aparición pública".

Su madre, Christine, viajó a principios de mes a Ecuador para apoyar el pedido de su hijo ante el presidente Rafael Correa.

Julian "es muy fuerte, sabe que tiene una causa justa y tiene energía, pero es humano", declaró.

Y este jueves criticó a Gran Bretaña y Suecia por prestarse a lo que considera no son más que tentativas de juzgar a su hijo por cargos de traición que podrían costarle largos años de cárcel o incluso la pena capital.

"Lo que quiere Estados Unidos, Estados Unidos lo obtiene de sus aliados, independientemente de que sea legal o ético o violando la ley o los derechos humanos", dijo Christine Assange. "Somos todos lacayos", añadió.

Assange sabía que contaba con cierta simpatía por parte de Correa, quien se entrevistó con él en abril y lo definió como un hombre "perseguido, calumniado, linchado mediáticamente" después de haber puesto "en jaque" a Estados Unidos.

La entrevista se enmarcaba en una serie de programas políticos polémicos lanzados por Assange en la cadena de televisión internacional rusa pro-Putin RT. El primer invitado, el líder del movimiento chiita libanés Hezbolá, Hasan Nasralá, aprovechó ese espacio para reafirmar su apoyo al régimen sirio de Bashar al Asad, implicado en una sangrienta represión de un levantamiento popular.

Los detractores de Assange vieron en esa iniciativa mediática una prueba más de la desnaturalización de su "combate por la verdad" en su cruzada antiestadounidense. Una crítica formulada por varios "disidentes" de WikiLeaks, entre ellos el exportavoz alemán de la organización, Daniel Domscheit-Berg.

Recluido en la embajada de Ecuador, el australiano de cabellos canos y sonrisa a menudo sarcástica vuelve a cierta clandestinidad. Como cuando evitaba dormir dos noches seguidas en el mismo lugar o cambiaba continuamente los 'chips' de su teléfono para borrar su rastro.

Fue "Hombre del Año" de la revista norteamericana Time y recibió premios de defensores de los derechos humanos. Pero hoy, el hombre que presume de haber inventado "el primer servicio de inteligencia del pueblo en el mundo" parece estar un poco solo.

La mayoría de los medios que lo apoyaron difundiendo sus primicias tomaron distancias. Cambió varias veces de abogados, se enfadó con su editor, que terminó por sacar una autobiografía "no autorizada". "Tal vez sea un falócrata, pero no un violador", dice Assange en el libro.

En su combate por existir mediáticamente, llegó a poner voz a su propio personaje en la serie de dibujos animados estadounidense Los Simpson, en un ejercicio de autocrítica poco habitual en él.

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