La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense "estaba conchabada con los alemanes", asegura el joven informático que destapó el escándalo del programa "Prism", que ha puesto en evidencia a Washington a nivel internacional y enturbiado sus relaciones con muchos de sus socios.
Según su relato, los servicios secretos alemanes no sólo se beneficiaron de la información obtenida gracias a este programa, sino que se preocuparon por que los detalles de su obtención no trascendieran al ámbito político.
Así se evitaba tener que darle explicaciones sobre los métodos ilegales empleados, el centro de la actual polémica, y el problema derivado de conocerlos y ocultarlos.
De esta forma "los políticos no tenían que asumir ninguna responsabilidad", en el caso de que saliese a la luz "cómo se viola la esfera privada de las personas de forma masiva", explica Snowden en una entrevista que se realizó antes de que el analista se convirtiese en fugitivo hace dos semanas.
La cooperación entre los servicios secretos a ambos lados del Atlántico estaba organizada de tal manera que las autoridades estuviesen "protegidas" ante una posible reacción social de hacerse público el programa, afirma.
El intercambio de información se basa asimismo, según el testimonio de Snowden, en que unos y otros servicios de inteligencia no hacen preguntas sobre la procedencia.
"Las otras autoridades no nos preguntaban, de dónde habíamos sacado los datos; y nosotros tampoco les preguntábamos a ellos", asegura Snowden.
La difusión del programa de espionaje estadounidense ha enfadado visiblemente al Gobierno alemán, que consideró que una acción así entre "socios y amigos" es "inaceptable", ya que "la guerra fría se ha acabado".
La próxima semana está previsto que un grupo de expertos alemanes encabezado por el ministro de Interior, Hans Peter Friedrich, viaje a Washington para conocer los detalles del programa "Prism" y su acción en Alemania.
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