El exempleado de la CIA fue testigo de las prácticas irregulares de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y decidió que el mundo debía conocerlas. Snowden, amante de la cultura japonesa, dejó a su novia y una cómoda vida en Hawái para emprender un viaje peligroso e incierto.
Sorprendió al mundo exponiendo la fragilidad de la privacidad de las comunicaciones en la era digital, dejando al descubierto a gigantes de Internet: Google, Facebook, Microsoft. Todo esto lo hizo con cuatro ordenadores portátiles y una llave USB.
La historia del hombre más buscado de los Estados Unidos comienza en mayo cuando pide permiso por dos semanas, para tratar sus problemas de epilepsia, a su superior en la compañía Booz Allen Hamilton, una de las organizaciones privadas de espionaje más potentes y subcontratada por la CIA.
El 20 de mayo Snowden toma un vuelo rumbo a Hong Kong, territorio controlado por China, país que no es amigo de EEUU.
Con una maleta negra y sus cuatro ordenadores portátiles, se hospeda en el hotel The Mira, de donde casi no sale de su habitación.
A fines de mayo se cita con el bloguero norteamericano del diario británico The Guardian, Glenn Greenwald, con quien se escribía desde principios de mes, con la documentalista y periodista independiente norteamericana Laura Poitras.
El viernes 7 de junio, los dos diarios con los que entró en contacto, presentándose bajo el seudónimo de Verax, el estadounidense The Washington Post y el británico The Guardian, sueltan la bomba informativa: Estados Unidos ejerce un espionaje masivo recolectando información a través de Google, Facebook, Apple y Skype.
El domingo 9 de junio la imagen de Edward Joseph Snowden, grabada en video en Hong Kong, inunda las pantallas informativas de medio planeta.
“No puedo permitir que el Gobierno de EEUU destruya la intimidad, la libertad de Internet y las libertades fundamentales de las personas con esta máquina de vigilancia que está construyendo en secreto”, mencionó en el video.
El 10 de junio, Snowden abandona su hotel, ante el anuncio de Estados Unidos de que lo perseguiría.
Pocos días después entra en juego WikiLeaks, la plataforma de filtraciones del australiano Julian Assange, que se dispone a ayudar a Snowden. Para ello envía hasta Hong Kong a Sarah Harrinson, la mano derecha de Assange y quien acompaña al informático.
El 25 de junio el presidente de Rusia, Vladimir Putin, informa que Snowden se encuentra en la zona de tránsito del aeropuerto. Estando en Moscú, no está técnicamente en Rusia porque no cruza formalmente la frontera y no le sellan el pasaporte, lo que significa que la Policía local no puede detenerlo.
SU VIDA
Snowden se crió en Ellicot City, Maryland, a escasos kilómetros del cuartel general de la NSA en Fort Meade. Hasta allí se trasladaron sus padres luego de que él naciera en Wilmington, Carolina del Norte el 21 de junio de 1983. Su padre, Lonnie, era guardacostas y su madre, Elizabeth, trabaja en los juzgados de Maryland.
Snowden vivía hipnotizado por los ordenadores. Trató de obtener un título realizando un curso de informática en la Universidad de Anne Arundel, en Maryland, pero no logró terminar la carrera.
El 2003 incursionó en los servicios de Inteligencia estadounidenses NSA.
En 2006 se incorporó a la CIA con la idea de trabajar para el Gobierno en China, pero no lo destinan al Asia, sino a Ginebra.
Si hay un punto de inflexión en la carrera de Snowden en los servicios de inteligencia, un momento que lo lleve a cuestionarse la legitimidad de las prácticas de espionaje de Estados Unidos, éste se produce en su periodo como agente encubierto el 2007 en Ginebra, relató su compañera de esa época Mavanee Anderson.
Allí su puesto le permitió un acceso casi ilimitado a documentación privilegiada y lo que veía no le gustó, al contrario lo desilusionó.
El introspectivo y poco sociable Snowden, amante del ajedrez y la filosofía, empieza a barajar la idea de exponer lo que ve. Pero la perspectiva de una victoria de Barack Obama en las elecciones le hace posponer sus planes.
En 2009 vuelve a la NSA, que lo traslada a Japón, donde su frustración por la trayectoria en materia de libertades del Gobierno de Obama crece.
“Me desengañé por completo”, confesó al diario británico.
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