El espionaje masivo que alcanza no solo a sus propios ciudadanos sino a miles de millones de personas en todo el planeta y las intervenciones militares en zonas estratégicas muestra el temor de poder estadounidense a un declive de su influencia en el mundo frente a otros poderes emergentes, como China, Rusia, India y Brasil.
Se ha cumplido la profecía de “1984”, la obra del escritor británico George Orwell, que, en 1949, alertó de una sociedad totalitaria donde un Gran Hermano controlaría la vida de las personas de forma autoritaria.
Todo, paradójicamente, bajo el mando del Gobierno del demócrata Barack Obama, que, en 2009, se presentó como la renovación progresista luego de la larga era del conservadurismo republicano que comenzó en 1981 con Ronald Reagan y continuó con el tándem Bush hasta 2009. Y que ahora muestran signos de un giro hacia las políticas más conservadoras en aras de la nueva Política de Seguridad.
Como dice el editor de internacional del diario Finantial Times, Gideon Rachman, en un artículo publicado el martes 9, "Barack Obama hizo campaña como Jimmy Carter, pero gobierna como Henry Kissinger".
Estados Unidos se ha desvinculado de la decisión adoptada la madrugada del miércoles por España, Francia, Italia y Portugal de cerrar el espacio aéreo al avión en el que volaba el presidente Evo Morales, en tránsito desde Moscú, ante la sospecha de que a bordo se pudiera encontrar Edward Snowden. Sin embargo, un pedido de extradición presentado ante la Cancillería de La Paz revela que Wa-shington sospechaba que Snowden podía estar en esa aeronave.
El grave incidente ocurrido con el avión de Morales, muestra el grado al que Estados Unidos está dispuesto a ir para sancionar a Snowden y dar un mensaje claro al mundo entero: Washington está dispuesto a presionar a cualquier país, incluso a potencias que podrían cuestionarlo, para defender sus intereses estratégicos más inmediatos.
Hechos, no palabras
Al contrario que George W. Bush, Obama ha demostrado que no le van las declaraciones beligerantes, sino la presión discreta, afirma el analista español Pablo Pardo.
En mayo de 2011, compareció brevemente para revelar que Osama Bin Laden estaba en el fondo del océano Índico con una bala -al menos- en la cabeza ´a toro pasado´. El domingo siguiente, Obama dijo en televisión que el que pensara que el líder de Al Qaeda se merecía un juicio “estaba equivocado”.
Ahora esa dureza del presidente de EEUU quedó de manifiesto con la crisis de Snowden. EEUU ha logrado que una serie de grandes potencias económicas, militares y políticas le nieguen el derecho de sobrevuelo de sus territorios al jefe de Estado un país soberano. Y todo ello, además, por un hombre, Snowden, sobre el que no existe ninguna orden de busca y captura internacional, sino solo una solicitud de extradición de EEUU a China, y de entrega a Rusia.
Entre ‘halcones’
La estrategia de Obama parece basarse en la de uno de los mayores asesores de Hillary Clinton: Joseph Nye, también de Harvard. A Nye se lo conoce por el concepto del ´poder blando´ (´soft power´), pero a principios de la década pasada creó la idea del ´poder inteligente´. Es una forma de tener un enfoque pragmático de la política exterior. Nye ha sido definido por algunos como un pacifista, pero en la mesa de su despacho tiene la maqueta de un F-16, y las Fuerzas Armadas no paran de llamarlo para dar cursos. A Barack Obama le han dado el nobel solo por ganar unas elecciones, y él lo aceptó (también lo aceptaron Kissinger, Sadat y Begin, lo que pone el listón mucho más bajo).
Pero el Nobel no presenta ningún compromiso. Con el actual presidente, EEUU se ha retirado de Irak y lo está haciendo de Afganistán. Así que tiene que utilizar otras formas de actuar contra organizaciones terroristas, en países como Pakistán, Yemen y Somalia. De ahí ha venido la guerra de aviones sin piloto, o ´drones´. De nuevo, ´poder inteligente´.
Realistas en el entorno
Porque, además, en el equipo de Obama hay ´realistas´ puros y duros. Aunque a menudo nos fijamos más en gente como Susan Rice, su directora de Seguridad Nacional, o Samantha Power, la embajadora en la ONU, Steven Clemons, editor de la revista The Atlantic Monthly, recuerda los nombres de Joe Biden, el vicepresidente, y Chuck Hagel, el secretario de Defensa, como "realistas convencidos", que apuntalan esta estrategia dura con el terrorismo aún a costa de atropellar los derechos de millones.
Ahora, el poder de Estados Unidos ha vuelto a quedar de manifiesto con el caso Snowden y el avión de Evo Morales.
El diario Página Siete de La Paz plantea en un editorial que “algunas versiones señalan que EEUU sabía que Snowden no estaba en la aeronave, pero realizó sus gestiones con dos fines”.
Uno, “lograr una vendetta al castigar a Morales, un presidente que ha mellado la imagen del país norteamericano en varias oportunidades; y, dos, “enviar una señal muy clara al mundo por si otro país decidiera considerar darle asilo al exagente: el avión que lo transportaría no tendría cómo llegar a ningún destino, si las naciones europeas se comportan como lo hicieron esta semana”.
El diario español El País, lejos de tener una posición socialista, también señala que Estados Unidos estuvo detrás de las intervenciones para frenar a Morales. Washington lo niega. Pero la ‘realpolitik’ está plenamente vigente y no piensa detenerse. Y no lo hará porque en esto se juega la posibilidad de frenar o no el declive del poder hegemónico global que Estados Unidos mantiene desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945
M. SHIFTER: “PAÍSES DE AMÉRICA LATINA NO ROMPERÁN CON WASHINGTON”
A pesar de lo ocurrido con el avión del presidente Evo Morales, "parece muy poco probable que Edward Snowden pueda ir a América Latina", aseguró Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un centro de investigación y análisis en Washington.
Ecuador, Venezuela y Bolivia "son países a los que les gusta desafiar a Estados Unidos, en el fondo se trata de un enfrentamiento ideológico", dijo Shifter, pero "al mismo tiempo, ninguno de ellos quiere romper sus relaciones con Washington".
"El precio a pagar sería demasiado alto" si se distancian, añade el experto internacional.
"Los países latinoamericanos son conscientes del efecto devastador de una ruptura con Estados Unidos, sobre todo en términos económicos", acota Shifter.
En relación con el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien le ha tendido la mano a Snowden, Shifter dijo: "A él le gusta desafiar a Estados Unidos y se ve como el heredero de Hugo Chávez, pero él también es pragmático y se preocupa por el estado de la economía ecuatoriana". "El ´timing´ (desarrollo) de este caso no es bueno", concluye el presidente del Diálogo Interamericano al resumir la situación, quien espera que se reestablezcan las relaciones.
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