“He oído un rumor de mis abogados, aún por confirmar, de que ya se han formulado cargos en mi contra en EEUU”, aseguró el experto informático.
“Es fantástico oler el fresco aire de Londres otra vez”, dijo el australiano en su primera declaración a los numerosos periodistas y simpatizantes que lo esperaban. Tras breves agradecimientos, uno de ellos a “los periodistas que no están todos bajo la influencia (de EEUU)”, el creador de Wikileaks anunció su intención de volver a trabajar y limpiar su nombre de las acusaciones de delitos sexuales.
“Espero continuar mi trabajo y seguir afirmando mi inocencia en este asunto”, agregó mientras una veintena de partidarios gritaban con entusiasmo “Julián, libre, libre, libre”, algunos utilizando pañuelos con la bandera de EEUU como mordaza.
Minutos después, Assange abandonó el tribunal en un Land Rover blindado propiedad de Vaughan Smith, el amigo y ferviente partidario que lo alojará en su mansión situada en medio del campo, a unos 200 kilómetros de la capital, mientras dure el proceso de extradición a Suecia.
Assange, a quien le será retirado el pasaporte, deberá llevar un brazalete electrónico, presentarse a diario en una comisaría y acatar restricciones de salidas diurnas y nocturnas.
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