En el caso de Peña Nieto, el espionaje electrónico se hizo en la época en que era candidato a la presidencia, continuó después de que ganó las elecciones de 2012 y permitió a la NSA saber los nombres de de algunos ministros con anterioridad a su nombramiento oficial.
Los documentos fueron entregados por el extécnico de la CIA Edward Snowden al periodista Glenn Greenwald, del diario británico The Guardian, que reside en Río de Janeiro y cuyo novio, el brasileño David Miranda, fue retenido en Londres por la policía británica hace quince días, lo que generó un incidente entre Brasil y el Reino Unido.
Según el reportaje de Globo, los sistemas utilizados por la NSA le permitieron a los servicios de inteligencia de Estados Unidos conocer el contenido de conversaciones telefónicas y correos electrónicos intercambiados por Rousseff con decenas de asesores.
No obstante, en el caso de Brasil, no relevan el contenido de la información a la que se tuvo acceso.
La presidenta brasileña fue informada sobre esta nueva denuncia y convocó a una reunión de emergencia a su ministro de Justicia, José Eduardo Cardoso, quien dijo este domingo que Brasil pedirá "nuevas explicaciones" a Estados Unidos por lo que calificó de "inaceptable violación de la soberanía".
Además de pedir explicaciones, Brasil también convocará al embajador de Estados Unidos en el país, Thomas Shannon, quien ya había sido llamado por la cancillería brasileña para aclarar unas denuncias similares conocidas hace más de un mes.
Tras las primeras revelaciones, Brasil y Estados Unidos acordaron iniciar un "diálogo bilateral" sobre asuntos de espionaje, que la semana pasada llevó al ministro Cardoso a Washington para conocer el alcance de la actuación de los servicios estadounidenses en su país.
Cardoso se reunió con el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, con la asesora de asuntos contra terrorismo, Lisa Mónaco, y con el jefe del Departamento de Justicia, Eric Holder, pero, según dijo tras esa visita, las explicaciones aún no son "suficientes".
Las denuncias de Snowden sobre espionaje global causaron un enorme malestar en Brasil y una fuerte reacción del Gobierno de Rousseff, que, junto con sus socios del Mercosur, denunció el caso ante las Naciones Unidas.
Esas denuncias centraron también la visita que hizo a Brasil el pasado 13 de agosto el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry.
El jefe de la diplomacia estadounidense recibió una fuerte queja de Brasil por la"interceptación electrónica", que, según dijo el ahora excanciller brasileño Antonio Patriota, es una "práctica que debe terminar".
Según el Gobierno brasileño, ese espionaje "puede atentar contra la soberanía, contra los derechos individuales e incluso contra los derechos humanos".
La respuesta de Kerry no fue del todo satisfactoria, pues si bien señaló que "entendía" las quejas, afirmó que las actividades de los servicios de inteligencia estadounidenses son "legales" y además "necesarias" para garantizar la seguridad global.
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